viernes, 13 de enero de 2017

Cómo sobrevivir a un sueño

Vivimos de sueños. Desde pequeños nos meten esa idea en la cabeza, jugamos a ser princesas y guerreros, nos imaginamos cómo será aquella vida tan lejana en años que parece pertenecer a otros. Soñamos. Con alcanzar la cima de una alta montaña, ganar el torneo nacional, descubrir la cura a cierta enfermedad, con llegar a la luna. No importa el qué. Importa el cómo. Yo tuve un sueño. Yo quería una historia para recordar por el resto de mis días y la tuve, la tengo. Dicen que las personas nos aferramos a instantes felices que repetimos inconscientemente una y otra vez. Pero la vida pasa, los sueños pasan. Y de pronto vemos que aquel inmenso camino que nos parecía tan lejano, quedó atrás. Los kilómetros recorridos, las calles andadas y los individuos que cruzaron por ellas, las luces, los rincones. Yo quería sentir aquella sensación que me dejara sin aliento. Y lo conseguí. Pero la vida pasa, los sueños pasan. Vivir de recuerdos es la nostalgia del que solo vive pero ya no existe. Vivir después de haber cumplido un sueño es como despertar, entendiendo que comienza un día más. Pero cuando todo lo que siempre soñaste quedó atrás, no queda más que vivir en la melancolía del recuerdo, y quizás, si hay tiempo, inventar un nuevo destino.

SMF.~


A Arturo (Poem to a bear)


Tu paso lento, tu grito, mezcla de súplica, lamento y resignación.
Tus ojos cabizbajos, ya no ven el mundo que tanto daño te ha hecho, la miseria humana.
Tu mirada, la de las mil palabras de inocencia arrebatada y desesperación.
Tu voz quebradiza, tus sueños frustrados, tu condena de cemento...

"El más triste del mundo", te dijeron.
Ángel puro y peludo. Patitas desgarradas en un suelo gris.
Tu ingenuidad, causa de tu paradójica cadena perpetua.
Libertad, ansiado deseo que no lograste alcanzar.

Tu recuerdo, la imagen ruin de un hombre en su máxima expresión de necedad y miseria.
El aire cálido que soportaste, ritmo continuo que permanece como eco entre las montañas.
Lejos quedaron los días de regocijo con tus pares, los baños en gélida agua cristalina, tu felicidad.
El desierto, árido, caliente y sin tregua te recibió con la sonrisa cínica del abandono y acunó tus días tras las rejas.

Vuela amigo, con las alas que la humanidad te quitó
Vuela alto y cuéntanos del paraíso, lugar distante e imposible.
Vuela lánguido y sonriente, que la libertad al fin es tuya y nadie te la puede robar.

Perdón.

SMF.~



Regreso



En un instante del crepúsculo en el que las cosas brillan más, cerré mis ojos y sentí que el tiempo no había pasado. Los años, los días, los minutos que se fueron desde que nuestros caminos tomaron rumbos distintos. Pero, ¿Qué sabe el tiempo de olvido?, ¿Qué tan vacía es la distancia? ¿Qué lejos puede resultar el infinito?, Los recuerdos, la nostalgia de una juventud sensata y libre de especulaciones. Tus ojos. La luz de las estrellas iluminando calles que sin destino perseguimos. La noche en que tus palabras se hicieron eternas para volver a este momento, en que sola... a lo lejos, mirando la misma luna, me pregunto, ¿Dónde estarás?

SMF. ~

viernes, 4 de abril de 2014

~ “No le dijo a nadie que se iba, no se despidió de nadie, con el hermetismo férreo con que sólo le reveló a la madre el secreto de su pasión reprimida, pero a la víspera del viaje cometió a conciencia una locura última del corazón que bien pudo costarle la vida. Se puso a la medianoche su traje de domingo, y tocó a solas bajo el balcón de Fermina Daza el valse de amor que había compuesto para ella, que sólo ellos dos conocían y que fue durante tres años el emblema de su complicidad contrariada. Lo tocó murmurando la letra, con el violín bañado en lágrimas, y con una inspiración tan intensa que a los primeros compases empezaron a ladrar los perros de la calle, y luego los de la ciudad, pero después se fueron callando poco a poco por el hechizo de la música, y el valse terminó con un silencio sobrenatural. El balcón no se abrió, ni nadie se asomó a la calle, ni siquiera el sereno que casi siempre acudía con su candil tratando de medrar con las migajas de las serenatas. El acto fue un conjuro de alivio para Florentino Ariza, pues cuando guardó el violín en el estuche y se alejó por las calles muertas sin mirar hacia atrás, no sentía ya que se iba la mañana siguiente, sino que se había ido desde hacía muchos años con la disposición irrevocable de no volver jamás.”.

El amor en los tiempos del cólera, G.G. Márquez 

jueves, 3 de abril de 2014

"Leí que ella viajó en su juventud por muchos pueblos donde fue recolectando recuerdos gratos. Pero cuando volvió a su pueblo, mucho tiempo después, ya no pudo reconocerlo tal como fue su hogar, por lo que cuando tuvo que pasar por los pueblos por donde fue feliz, decidió eludir y evitar mirar, para guardar sus recuerdos tal y como los veía en sus nostalgias." 


~ El amor en los tiempos del cólera, G.G. Márquez 

domingo, 9 de febrero de 2014

melancolía ~


Odio las noches desde que me fui...
prefiero la guerra contigo al invierno sin ti.

SMF. ~

martes, 5 de noviembre de 2013

Hay ...

Hay..
Calles que no volveré a recorrer
Palabras que no puedo decir,
Libros que me cuesta leer
Películas que hieren el alma,
Fotografías que duelen,
Canciones que no quiero escuchar,

Hay...
Tiempo que pasa y no se detiene,
Un cielo azul trae nostalgia,
Un lugar al cual regreso cada noche,
Un atardecer inmortal,
Porque el para siempre a veces es un segundo.
Y el universo no conspira a mi favor.

SMF. ~